Nueva colaboración semanal del escritor Alexander Vórtice. Vaya por delante mi protesta por la misteriosa desaparición de su columna semanal en el Diario de Pontevedra. Si el Diario no promociona a los jóvenes valores literarios apaga y vámonos. Aquí es libre para escribir lo que quiera.
Ante las malas noticias solemos obcecarnos, ante una recesión como la que ya estamos viviendo, el pesimismo hace mella en la mayoría de personas, sobre todo en las más sencillas y las más humildes. Pero, la solución no es el cólera con los demás, o la ofuscación hacia la sociedad en general.
Si vivimos lo que estamos viviendo es por culpa de todos, ciertamente, más culpa poseen las gentes soberbias, de traje y corbata, ésos mamelucos que residen en la cúspide de la pirámide social. Estos individuos se caracterizan por ser plenamente vanidosos, son gente que te observa con descrédito por encima del hombro, son aves rapaces que se ayudan únicamente a ellos mismos, y ese es el fallo, la falta de solidaridad, criterio y sencillez de la que carecen. Al no poseer estos tres factores no saben, tal vez porque su inteligencia roce la anormalidad, o tal vez porque son egocéntricos y punto, que todos somos necesarios para que la sociedad evolucione para bien.
Es necesario el camarero, el albañil, el maestro, el ingeniero en telecomunicaciones y hasta el parado, y si no somos conscientes de que esto es cierto, no estaremos ayudando a que la humanidad avance. La tolerancia, la educación y el mano a mano los unos con los otros para construir país, es el eje básico para salir de esta doble crisis que padecemos en España.
Las clases pudientes deben y pueden ayudar a los más necesitados, por supuesto, ahora más que nunca, en vez de alardear de diplomas, reuniones con la gente VIP y chalet a 200 metros de la playa. No es que los pudientes deban hacer este “favor” a los más desfavorecidos, no, es que el hecho de hacerlo constituye el ayudarse ellos mismos.
Si la pirámide social hace aguas por debajo, lógicamente acabará haciendo aguas en conjunto, el que no me crea que haga un repaso a la historia de la humanidad. Una cadena de favores es el medio más vigoroso y eficaz para que el bienestar plural reine en una democracia. El poder del pueblo es el poder de todos, el poder ganado a base de ética común, cultura común y calma por y para todos. Caminar por la vida de manera estúpidamente ególatra es un retardo para el pardillo ególatra y para el entorno que le rodea, recalcando, claro está, que también es una falta de lucidez que no podemos consentir.
Únicamente saldremos adelante los unos y los otros gracias a la puesta en escena de la ayuda mutua; no vale sólo con lamentarse, hay que actuar, no sólo para salir de las malas circunstancias en las que estamos, sino también para que en el futuro no se repitan. La unión entre las clases sociales para combatir los problemas de todos es lo más humano que podemos hacer las personas que habitamos en este planeta que también sufre las consecuencias de la egolatría y la maldad sin límites.
Lo que nos diferencia de los demás animales –en teoría- es el raciocinio y el sentido común; pues, siendo así, es en este momento cuando debemos utilizar las virtudes con las que hemos nacido.
Alexander Vórtice
Pontevedra
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