¡Cómo nos han engañado! XXI

Primera parte de la legislatura del Repartito pontevedrés y los puñales entre unos y otros estaban a la orden del día. Los proyectos y los intereses de los ciudadanos figuraban en un segundo plano. Cada uno quería su cuota de poder en los medios hasta que llegó el batacazo de las elecciones autonómicas, momento a partir de cual, temerosos por perder sus puestos, deciden cambiar de estrategia y culpar de todos sus males a la nueva Xunta primero, y a la oposición después.

Para fiel reflejo de la tomadura de pelo a la que asistíamos hasta que se refugiaron en no hacer nada por esta ciudad os dejo con un artículo de Serxio Barral, uno de los pocos periodistas que cumplían con su función de análisis y crítica hacia quiente tiene la responsabilidad de gobernarnos (
VER).

[16 de Abril de 2008]
"Que en este mandato municipal no existe buen rollo entre los socios del gobierno bipartito es algo que salta a la vista. Posiblemente es el peaje que han de pagar BNG y PSOE por la dureza de la negociación del pacto que acabó por mantenerles en el gobierno de Pontevedra. Tres meses a cara de perro acabaron por desestabilizar hasta las relaciones personales, hasta entonces de cordialidad, de los concejales de uno y otro bando. Hoy apenas disimulan que en muchos casos no se entienden, como demostraron hace solo una semana Teresa Casal y César Mosquera al hilo del garaje de Los Mirabeles.

En los nueve meses que han transcurrido desde la firma del pacto, ese ha sido solo uno más de múltiples desencuentros. Otros vinieron por cuestiones como la ordenanza antibotellón, el realojo de gitanos de O Vao o, especialmente, por la gran asignatura pendiente que todavía tiene el gobierno local: a mediados de abril no ha sido capaz de aprobar los presupuestos y aunque desde el punto de vista administrativo pueda carecer de importancia real, la falta de acuerdo va a acabar por minar la imagen de «estabilidad» y «solidez» que se pretendía vender desde el seno del bipartito local cuando este cumplió sus primeros cien días. El último episodio de esta falta de entendimiento surgió en las últimas horas. El jueves, el alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, anunciaba el envío de una carta a la conselleira de Sanidade para pedirle una entrevista urgente, preocupado por la aparente paralización de los proyectos estrella de su departamento en la ciudad: el centro de salud de A Parda y el futuro hospital único.

La respuesta llegó el lunes, pero no por carta, ni por teléfono, ni concertando la entrevista demandada. La respuesta llegó por boca de Teresa Casal, que anunció que las obras en A Parda se reanudarán esta misma semana y que de paralización en Montecelo, nada de nada. La teniente de alcalde aludía a «un contacto» mantenido con la conselleira durante el fin de semana. Curiosamente, justo después de que se hiciera pública la preocupación del alcalde.

Ayer, Lores estaba molesto y no quiso darse por enterado del «recado», pero lanzó una andanada a su socia recordándole que «o interlocutor do Concello en cuestións de relacións con outras Administracións e en temas supramunicipais é o alcalde, obviamente».

Pero lo que más pone de manifiesto la nula comunicación entre los socios de gobierno, es que a las doce de la mañana de ayer Casal no había informado a Lores de sus contactos con Sanidade. Y eso que el lunes hubo junta de gobierno -¿de qué hablarían entonces?- y ayer se volvieron a ver en la junta de portavoces.
El gobierno bipartito tiene por delante más de tres años hasta las próximas municipales. Pero antes llegarán las autonómicas y si ahora hay desencuentros, hasta entonces la brecha puede hacerse insalvable. "


Un artículo y polémica que gira en torno a la total ausencia de ningún avance en más de un año respecto a la ampliación de Montecelo.

Un mes más tarde de toda esta polémica se aumentaría el retraso con el anuncio de que Sanidade obvió un informe medioambiental (VER). Un proyecto paupérrimo que iba cumpliendo los plazos de cualquir hospital financiado por ese modelo, como el nuevo Hospital Lucus Augusti que lleva 12 años. Y eso que era uno nuevo y no una ampliación gigantesca con traslado de pacientes, laboratorio, maquinaria, etc.. en medio de una zona de guerra.

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